Basura espacial: ¿Qué es, cuánta hay, dónde está y por qué debería importarnos ?

Por Paula Ronco, investigadora postdoctoral del Núcleo Milenio de Formación Planetaria

Cuando miramos al cielo en una noche bien despejada y limpia podemos ver una inmensa cantidad de estrellas y pareciera ser que entre ellas y nosotros, aparte de nuestra atmósfera claro, no hay nada más que vacío. Sin embargo, el espacio exterior, aquí bien cerquita de nuestro planeta, no está tan vacío como parece.

La basura, o muchas veces también llamada chatarra espacial, está formada por cualquier objeto artificial creado por el ser humano, se encuentra orbitando a la Tierra y ya no tiene un uso o un fin específico. Son restos de viejas naves espaciales o satélites obsoletos y en los alrededores de nuestro planeta podemos encontrar desde partículas de pintura, tornillos y hasta objetos mucho más grandes capaces de ser vistos con telescopios, como partes de vehículos de lanzamiento y, actualmente, ¡ hasta un auto volador!

Esta basura espacial comenzó a materializarse allá por los años 60 cuando se enviaron al espacio los primeros satélites artificiales, y ha crecido enormemente desde ese entonces. Y es que no sólo se trata de los restos de naves, satélites o viejos cohetes ya sin uso sino también de los fragmentos que pueden surgir a partir de éstos debido a procesos como la erosión y las colisiones.

Hasta el momento se han reportado 5 colisiones entre satélites que han generado más basura espacial. Se estima que hay más de 17.850 objetos artificiales lo suficientemente grandes como para ser rastreados, pero existen varios millones de objetos pequeños, con tamaños menores a 10 cm, imposibles de monitorear. Las colisiones entre todos estos pequeños objetos generan una especie de cascada o reacción en cadena que produce cada vez más y más basura espacial.

La mayor parte de esta basura espacial se encuentra en una región alrededor de nuestro planeta llamada LEO (siglas de “Low Earth Orbit”), que comprende entre 200 km a 2000 km sobre la superficie del planeta. El resto de la basura la encontramos en una región más alejada de la Tierra, aproximadamente a unos 36.000 km de distancia y ubicada siempre en el plano ecuatorial. Está compuesta por restos de satélites geoestacionarios principalmente dedicados a las comunicaciones, y la región en este caso se conoce como GEO, por “Geostationary Orbit”.

Ok, entonces ya sabemos qué es la basura espacial, tenemos una idea de cuánta hay en el espacio cercano y sabemos dónde está, pero ¿por qué debería importarnos? ¿acaso esta basura es peligrosa por algún motivo?

El problema no es solamente la cantidad de basura que hay allí afuera si no más bien la velocidad a la cual ésta se mueve en el espacio. Podríamos decir que esa es la principal preocupación. Además, no olvidemos que hay millones de objetos pequeños que no se pueden rastrear y que, por lo tanto, son los más peligrosos. Mucha de la basura espacial ubicada en LEO se mueve a muy altas velocidades, de hasta casi 29.000 km por hora. ¡Casi 7 veces más rápido que una bala! Haciendo una cuenta sencilla y suponiendo que esta basura se encuentra aproximadamente a unos 1000 km de altura de la superficie de nuestro planeta, podemos estimar que es capaz de dar un poco más de una vuelta a nuestro planeta en 2 horas. Así, el espacio está lleno de millones de pequeños objetos balísticos con los que nadie quisiera cruzarse. Si bien estos objetos son en su mayoría muy pequeños como para alcanzar la superficie de la Tierra sin desintegrarse en la atmósfera, representan una gran amenaza para aquellas naves, satélites y estaciones espaciales que aún están en funcionamiento. Dependiendo del tamaño, de cómo estos objetos impacten y de dónde lo hagan, los daños pueden provocar desde problemas menores en el funcionamiento hasta fallas catastróficas.

Satélite Sentinel-1A de la ESA antes y después del impacto de una partícula del tamaño del milímetro. El diámetro del área dañada es de aproximadamente unos 40 cm, lo que es consistente con un impacto de un fragmento de menos de 5 mm.
Satélite Sentinel-1A de la ESA antes y después del impacto de una partícula del tamaño del milímetro. El diámetro del área dañada es de aproximadamente unos 40 cm, lo que es consistente con un impacto de un fragmento de menos de 5 mm.

A pesar de estos peligros, aún no existen leyes espaciales internacionales que regulen la “limpieza” de LEO. El principal problema es que es extremadamente costoso limpiar la basura de esta región por la gran cantidad que ya existe: se estima que hay más de 6000 toneladas de basura dando vueltas. Sin embargo, existen programas de la NASA que buscan maneras de crear la menor cantidad de desechos posibles y que intentan diseñar equipos de limpieza espacial.

El siguiente video, creado por la NASA, simula la basura espacial:

Es una cuestión de hacer ecología espacial, de que las naciones del mundo se organicen y pongan de acuerdo, y de que empecemos a limpiar la basura de nuestra querida Tierra antes de que ya no podamos ver más las estrellas.

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